La Magia divina

  1. La Magia Divina: la manifestación del Ainurnath.

    La Magia Divina es la que proviene en última instancia del mismísimo Eru; evidentemente, a través de los valar (y de algunos maiar). Y la Canalización/Transmutación es la forma de manipulación de este tipo de Magia.
    Por ello, únicamente hechiceros especialmente espirituales (los más sensibles a la Fe) pueden obtener poder de ese último sustrato de lo que Todo fluyó; de ese conato de Música de la que los valar se influyeron, y también el Reino de Poder más imbuido de la propia esencia de Eru Ilúvatar: el proveniente del primer Reino de Poder o Ainurnath (el Tejido Primigenio de lo que Es).

    La sutil simpleza de la Canalización.

    El Clímax del Vínculo

    Este tipo de Magia se canaliza desde el propio sustrato de lo que todo Es y por consiguiente, fluye desde el propio Eru hasta un tipo muy especial de hechiceros, y a través de los valar. Así que, podríamos decir que es como cualquier canal de comunicación: donde hay una fuente (en este caso Eru y los valar), un canal o vía de comunicación (que es el Reino de Poder Ainurnath, y un destino (cuyo paradigma son los Clérigos). Y así, a su vez, el propio hechicero utiliza la comunión de su cuerpo y alma para canalizar ese poder en forma de sortilegios o cualquier otro tipo de manifestación aplicable.

    Es una magia muy básica. Realmente la más simple y elemental de todas; pero no por ello es la menos poderosa: todo lo contrario. Porque, aunque no precisa de hechiceros especialmente inteligentes, estudiosos, o ambiciosos, sí precisa de individuos de férrea Fe y convicción moral. Y eso, en principio, se nace o no se nace. Tienes el Don de la Fe o no lo tienes (los conocimientos son más ‘fáciles’ de adquirir). Otros tipos de magia hay que aprender a utilizarlos, a manipularlos, hay que estudiarlos. La fe es intuitiva.
    Evidentemente, no está exenta de estudio y sacrificio; pero la Memoria, la Inteligencia y características de ese tipo son menos decisivas. Podríamos decir que los hechiceros del Ainurnath saben menos lo que hacen, pero más el porqué lo hacen. Su fe es lo suficiente fuerte para igualar las capacidades de cualquier otro hechicero de cualquier otro Reino de Poder. Por consiguiente, más que en ningún otro reino, muchos de sus procesos intrínsecos son automáticos, como lo pueda ser el latido del corazón o la respiración. De esta manera, este tipo de hechiceros suple la concentración y el estudio con Fe. De ahí la ventaja y el inconveniente también. Un hechicero que aprende un sortilegio podrá lanzarlo siempre que disponga de PP aunque eso le costará estudio y sacrificio. Un clérigo no necesita de tanta dedicación a la magia (aunque sí a su dios) pero si perdiera la Fe perdería el poder, o gran parte de él. Es decir, que son los más poderosos... mientras no pierdan su Fe.

    Ventajas e inconvenientes de la Trasmutación.

    Con este tipo de magia, el hechicero se convierte en una especie de Transmutador energético: el llamado Clímax o Vínculo de Fe. Es sólo un instante (nanosegundos realmente... xD), durante el cual se encontrará imbuido de todo el poder de su vala respectivo; de todo el poder que es la presencia de su deidad; la comunicación con su dios. Y tras dicho Clímax extraerá sólo la energía que precise para un sortilegio puntual o asunto en cuestión, volviendo el resto a la fuente de origen a través de ese canal abierto.

    Evidentemente, esto pasa desapercibido para el hechicero la mayor parte de las veces. Es algo intrínseco (como ya decíamos muchos procesos son automáticos en este tipo de magia). Sobretodo para sortilegios de niveles bajos (recordad que estamos hablando de nanosegundos). Sin embargo, en ciertos sortilegios especialmente poderosos o especiales, este canal de comunicación debe permanecer más tiempo abierto, y por consiguiente, el hechicero está expuesto más tiempo a esta Transmutación. Lo cual es muy peligroso, pues en estos casos Sí podría calcinar el cuerpo del hechicero, u otros efectos secundarios impredecibles y no deseados.
    Es decir, que es la comunión del cuerpo y alma del hechicero a través de la cuál se transmuta dicho poder, sin embargo, el alma es mucho más resistente (o plástica) que el cuerpo, y por consiguiente aguanta mucho mejor este tipo de exposiciones a ingentes cantidades de energía. Es por ello, que sortilegios especialmente poderosos como de Resurección o de Comunicación directa con una deidad (Comunión) no están exentos de peligro para la propia integridad física del hechicero. Y en algunas ocasiones, incluso la del propio Alma.

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