Historia de la magia en Tierra Media

  1. El retorno de Morgoth a la Tierra Media.

    Pero a mitad del camino de regreso Ungoliant se enfrentó a su compañero y le pidió las riquezas robadas en Formenos. Y todo lo devoró, hasta convertirse en una monstruosa nube con forma de araña de negro vacío, y también exigió los Silmarils. El vala renegado se negó y los antiguos aliados combatieron.

    Otro de esos combates para haberlos visto! La verdad es que El Silmarillion nos depara unos acontecimientos y batallas que dejarían la del Abismo de Helm y la de los Campos de Pelennor en meras peleas de taberna.

    La balanza acabó equilibrándose del lado de Morgoth, gracias a los Balrog, demonios primigenios de fuego, que vinieron en ayuda de su amo. Y ante los látigos flamígeros de los iracundos y terribles balrog no hay tonterías que valgan, ni siquiera para Ungoliant. Y libre para siempre de la esencia del Vacío viajó hasta Angband. Y fortaleció sus tropas, aumentó las excavaciones de Angband y construyó una fortaleza que rivalizaba con su antigua Utumno.

    En la mano derecha llevaba Morgoth apretados los Silmarils, y aunque estaban encerrados en un cofrecillo de cristal, habían empezado a quemarlo y el dolor le agarrotaba la mano, pero no la abría.
    El Silmarillion.

    La Corona de Hierro de Morgoth.

    Morgoth reclamó el dominio de todo el Mundo. Y para simbolizar su Tiranía puso los tres Silmarils en una corona, la Corona de Hierro, que se convirtió en el objeto de poder más potente nunca creado. Con él, canalizó sus energías para forjar un ejército de innumerables y maliciosas criaturas. La hueste del Enemigo Negro era formidable, espantosa, y su conquista de Endor parecía inevitable.

    La creación del Sol y la Luna.

    Mucho tiempo después y mientras los noldor luchaban en su viaje hacia la Tierra Media, para vengar la afrenta de Morgoth, los valar buscaban poner fin de una vez por todas a la larga noche.
    El denodado esfuerzo de Nienna consiguió recuperar un último vestigio de las raíces de los Dos Árboles, ahora moribundos. Al morir, Telperion dio a luz una última flor de plata, y Laurelin engendró un sólo fruto dorado. Cada don personificaba la esencia de su luz. Manwë la consagró y la luz fue fijada colocándola en unos bajeles forjados por Aüle. Y así, a partir de las últimas ofrendas de Telperion y Laurelin nacieron la Luna (Isil) y el Sol (Anar).

    Varda escogió entonces a Tillion el cazador, un sirviente de Oromë, para guiar la Luna, y a Arien, principal Maiar de Vána, como guardiana y guía del Sol. Y se demostró que en los cielos donde moraban, el poder de Morgoth era mucho menor y estaban a salvo de sus venenosas intrigas.

    Pues ella era desde un principio un espíritu de fuego a quien Melkor no había podido engañar ni atraer. Demasiado brillantes eran los ojos de Arien para que ni siquiera los Eldar pudiesen mirarlos.
    El Silmarillion (Sobre Arien).

    El nacimiento de los Hombres.

    Tras la salida del Sol y de la Luna y de la creación del día y de la noche y del ataque fallido del Enemigo Negro sobre estos poderosos astros, aparecieron los Hombres. Con el amanecer de la época del Sol y la Luna los valar se retiraron por un tiempo de su intervención en los asuntos de Endor. Y despertaron los Hombres, o Segundos Nacidos, en Hildórien, al este de Tierra Media. Y a diferencia de los elfos, estos eran mortales y menos hermosos, además de que su destino tenía que ver con el insondable Eru y no con Mandos, como le ocurría a los elfos.

    Nótese que coincide con la llegada de los Hombres, realmente con la retirada de los valar, un descenso de los niveles de magia en Endor. La magia menguó mucho en poder y en generalidad con la retirada de los Grandes Poderes.

    La búsqueda del Silmaril.

    Tras las terribles Tercera y Cuarta batalla entre Morgoth y los elfos. Tras la muerte de Fingolfin y la llegada de los hombres. Uno de sus más capacitados representantes, Beren, ejemplificó en los primeros días a esta noble raza. Cayó enamorado de Lúthien, hija del rey Elwë y la Maiar Melian. Y evidentemente, Elwë no aprobó ese amor. Y para obtener el permiso para casarse con Lúthien, Beren debía conseguir un Silmaril.

    Así, los dos amantes se dirigieron hacia el norte para entrar en Thangorodrim. Allí, la siempre deslumbrante Lúthien sumió en sueños a toda la fortaleza del Enemigo Negro, Morgoth incluido, lo que permitió a Beren apoderarse de uno de los Silmarils. Y su historia fue tan osada y singular, que pese a la muerte de Beren, los valar les dieron otra oportunidad de vivir, inmortales, y el Silmaril de Beren pasó a lo largo de todo su linaje hasta su nieta Elwing.

    La canción de Lúthien ante Mandos fue la más hermosa de las compuestas con palabras, y la más triste que nadie haya escuchado jamás. Inalterada, imperecedera, se la canta todavía en Valinor más allá de los oídos del mundo, y al escucharla los Valar se entristecen. Porque Lúthien compuso dos temas: el dolor de los Elfos y la congoja de los Hombres.
    El Silmarillion (Sobre Lúthien).

    Eärendil errante.

    Tras la Quinta Batalla y la caída de Gondolin, Ulmo, que de todos los valar era el que más preocupado estaba de los hechos relacionados con los La historia de Eärendil y ElwingHombres y los elfos, apeló a Manwë para que perdonara a los noldor (que abandonaron Aman contra la voluntad de los valar persiguiendo a Morgoth por matar a su rey y robar los Silmarils) e intercediera contra Morgoth. Manwë rechazó esta sensata petición, y dijo a Ulmo que sólo un representante de los Pueblos Libres podría venir y pedir perdón ante los valar.

    El elegido fue Eärendil, el hijo de Tuor, y compañero de Elwing. El viajero humano acabó llegando a Aman y entrando en Valinor en nombre de todos los hijos de Eru. Y pidió perdón y ayuda contra Morgoth. Los Poderes cedieron y dieron su viaje por concluido. Y también se le dio la posibilidad de elegir la Inmortalidad. Así, tanto Elwing como Eärendil esogieron la inmortalidad, como también hizo uno de sus hijos, Elrond.

    La Gran batalla y la captura de Morgoth.

    Con la partida de Eärendil, la Hueste de Valinor se reunió una vez más contra Morgoth. Eönwë, el heraldo de Manwë, fue elegido para liderar un ejército Maiar como nunca se ha visto igual. Truenos y relámpagos acompañaron su dramática partida hacia el noroeste de la Tierra Media.

    Nada pudo resistir mientras aplastaban totalmente a las poderosas hordas de Morgoth. Y el Enemigo Negro fue vencido. A continuación siguieron numerosas catástrofes naturales, y gran parte de la tierra fue destruida en el cataclismo. Casi toda Beleriand se hundió bajo las grandes olas.
    Morgoth se rindió ante Eönwë, y su Corona de Hierro fue convertida en unos grilletes. Encadenado por su tesoro, el Enemigo Negro fue lanzado al Vacío. Sauron escapó, pero aún así, la paz permaneció desde entonces. Los valar habían acabado con la larga rebelión de su temido hermano, y el Mundo entraba en una nueva era.

    Pero llegó Eärendil, brillando con una llama blanca, y alrededor de Vingilot estaban reunidas todas las grandes aves del cielo, y las capitaneaba Thorondor, y hubo una batalla en el aire todo el día y a lo largo de una noche de duda.
    El Silmarillion (Sobre La Guerra de la Cólera).
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