Historia de la magia en Tierra Media

  1. Manifestaciones de la magia en la Primera Edad.

    El pensamiento de Eru (dios) dio nacimiento a los Ainur llenándolos de música y animándolos a cantar. Y así lo hicieron, aunque durante un tiempo no supieron cantar unidos. Sin embargo, a medida que pasaban incontables edades, esa distorsión se fue transformando en beatitud y armonía. Y fue esa Gran Música la que hizo nacer . Cada valar tenía parte en esa Canción, cada uno aportaba su propia melodía, y juntos, llegaron a forjar Menel (el Cielo) y Arda (la Tierra). En el corazón de esa maravilla llamada Existencia se hallaba la Llama Impercedera, que infundía vida.

    A los Grandes de entre estos espíritus los Elfos llaman valar, los Poderes de Arda, y los hombres con frecuencia los han llamado dioses. Los Señores de los Valar son siete; y las Valier, las Reinas de los Valar, son siete también.
    Los nombres de los Señores son éstos, en debido orden: Manwë, Ulmo, Aulë, Oromë, Mandos, Lórien, y Tulkas; y los nombres de las Reinas son: Varda, Yavanna, Nienna, Estë, Vairë, Vána y Nessa. Melkor ya no se cuenta entre los Valar, y su nombre no se pronuncia en la Tierra.
    El Silmarillion (Sobre los valar).

    O así es como ha llegado a los oídos de los Pueblos Libres desde los anales del tiempo. Es curiosa la alegoría que utiliza Tolkien para describir la Creación: mediante la Música, que en Rolemaster llamaremos Magia o Poder.

    El origen del Mal.

    Desafortunadamente, uno de los Ainur más aventajados, Melkor, ansiaba mayor protagonismo dentro de ese esquema, y cantó según sus propios deseos. Este fue el inicio del Mal. Y Melkor fue su paradigma.

    Nunca se sabrá si desentonó con malicia y ansió protagonismo con demesurada altanería, o simplemente fue censurado y despreciado por pensar diferente que su amo y señor, y no seguir sus dictámenes como el resto de dóciles sirvientes (valar). Nunca se sabrá, digo, porque pese a que las fechorías y felonías del abyecto Sauron, las maldades atribuidas a Melkor siempre tuvieron más que ver con desastres naturales, más propios de la naturaleza y de la propia geología del planeta, que a inicuas inquietudes de una deidad.

    Pareció que alrededor del trono había estallado una furiosa tormenta, como de aguas oscuras que batallaran entre sí con una cólera infinita que nunca sería apaciguada.
    El Silmarillion (Sobre la Música de Melkor).

    La primavera de Arda.

    Eru acabó perdonando la transgresión de Melkor y sacó a los Valar de su hermoso Hogar en los Palacios Intemporales para mostrarles , situado en medio del Vacío.
    Por aquellos entonces, el mundo aún tenía una forma tosca, desdibujada y terrible. Los Ainur buscaron la perfección y la simetría, y se dispusieron a esculpir Arda y dar forma al cielo. Y entretanto, Melkor destruía o pervertía sus obras. Y esta guerra asoló las jóvenes tierras.
    Finalmente, hartos los valar, permitieron a Tulkas pararle los pies a Melkor, y este acabó huyendo de Arda, escapando más allá de la Noche que rodeaba el Mundo.

    Pero los otros Ainur contemplaron esa habitación puesta en los vastos espacios del Mundo, que los Elfos llaman Arda, la Tierra, y los corazones de todos se regocijaron en la luz, y los ojos se les alegraron en la contemplación de tantos colores, aunque el rugido del mar los inquietó sobremanera.
    El Silmarillion (sobre Arda).

    En las dos siguientes secciones se recogerá la historia pormenorizada de lo que hasta aquí ocurriera con el toque personal de este, nuestro proyecto. De momento, sigan disfrutando del resumen de la obra original (y de algunas provocadoras anotaciones... xD).

    Las dos Lámparas que iluminaron el Mundo.

    El mundo adoptó su forma durante esa Primavera de Arda. Siguiendo el esquema fueron emergiendo las montañas y valles, y la tierra adoptó un agradable equilibrio. Dos Grandes Lámparas (Illuin y Ormal), erigidas sobre pilares montañosos en el norte y en el sur, iluminaban Arda. Y allí donde el brillo era más potente, los valar construyeron su hogar. Lo llamaron la isla de Almaren.

    La Caída de las Lámparas y el crepúsculo que siguió.

    Pronto, Melkor regresó de su exilio, escapándose silenciosamente del Vacío. Y comenzó a construir una inexpuganable fortaleza con la ayuda de su alumno más aventajado: Sauron, un Maiar otrora sirviente de Aüle. Así, creó las Montañas de Hierro, un semicírculo de picos que rodeaban el único continente de Arda.

    Y los valar dieron forma y belleza a Arda...Pronto, la tierra se vio plagada de signos del retorno de Melkor. Bosques sanos se marchitaban y aparecían pestilentes cenagales; malignas bestias atacaban la pacífica fauna y un frío repentino se apoderó del norte. Y antes de que pudieran descubrirlo, Melkor derrumbó los dos pilares montañosos que soportaban las Lámparas Illuin y Ormal. El mundo se sumió en la Oscuridad a medida que los mares crecían, y Almaren fue destruída. La hermosa Arda cambió el aspecto de su paisaje, desfigurado para siempre. Y los valar tuvieron que ocuparse de restaurar la tierra y construir un nuevo hogar.

    También se ha hablado entre temerosos susurros sobre las Melodías Perdidas, recuerdos tan antiguos como el Mundo. Algunos osados eruditos aseguran que poseen la esencia del propio Melkor y donde se describe esas calamidades como catástrofes naturales de la propia naturaleza de Arda y consecuencia intrínseca por consiguiente de la propia creación primigenia de Eru. Y nótese que en muchas de estas llamadas Melodías Perdidas, Melkor suele cargar duro contra Eru, pero raramente contra los valar.

    Tras la destrucción, los valar se dedicaron a buscar algún lugar donde crear su hogar. Se giraron hacia las Tierra Exteriores, las regiones separadas de las Murallas de la Noche por el Mar Circundante. De dichas regiones, la más hermosa y occidental de ellas era Aman, la Tierra Bendecida. Y abandonando la guerra contra el Gran Mal, los valar abandonaron Endor y entraron en Aman, convirtiéndola en su residencia.

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